Unas veces queremos resolver los problemas de un plumazo, porque creemos tener la razón absoluta y no dejamos espacio a nada más. Se produce la ausencia de diálogo.
Otras veces, sentimos que estamos hablando pero no dialogando, porque hemos perdido el interés sobre el asunto y entonces, el diálogo se ha convertido en palabras sin conexión.
La conectividad en el diálogo exige nuestra atención y yo diría que nuestra presencia. En mindfulness, el término presencia es fundamental pues expresa la manera de estar que tenemos en el momento presente. Podemos estar viviendo una situación totalmente ausentes o totalmente presentes.
Para que un diálogo fluya y fructifique, se necesita de la presencia de los dialogantes. Si alguien se aparta del momento y por lo tanto, niega su presencialidad, perderá el hilo del diálogo y dejará de ser un participante activo.
A través del diálogo conseguimos dos cosas fundamentales:
- Aprender a escuchar
- Experimentar el respeto por el otro
Para poder intervenir en un diálogo hemos de ser capaces de haber escuchado con atención lo que el otro dice. Si únicamente exponemos nuestra opinión sin atender a lo que surge por parte de las otras voces que dialogan, nunca se producirá un verdadero diálogo.
Por otra parte, en un diálogo se vierten opiniones y conceptos que no siempre coinciden con los nuestros, pero que nos muestran la capacidad de respeto y razonamiento que podemos desplegar ante ellos.
Dialoguemos. Escuchemos diálogos de otros. Conozcamos a personas dialogando. Es una manera de conocernos a nosotros mismos.
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